La sanación: La conciencia como herramienta terapéutica

 

La sanación como tal, ha estado presente en todas las etnias y culturas humanas, con diversos nombres y metodologías, y como común denominador en los sistemas médicos del mundo.
Tiene una vigencia práctica y social incontestable, aunque para el código de lectura de la ciencia falte comprender como funciona.

Sin embargo, se corresponde con la emergencia del nuevo paradigma médico que se caracteriza por dos grandes tendencias: la síntesis y el reconocimiento de la conciencia.

Además hay evidencias en estudios de vanguardia de los efectos de la conciencia sobre la fisiología y las moléculas, corroborando su influencia concreta en los niveles subyacentes a ella como la materia, la energía y la información. Por otra parte ya se visualiza en forma integrada la interacción inteligente de las distintas redes, como se aprecia en la psico-neuro-inmuno-endocrinología.

A su vez, la sanación no está exenta de los conocimientos de la ciencia, pues es necesario el empleo de una información precisa, dirigida al lugar correcto, con una intención clara para producir un efecto sanador.

Por ejemplo, si quisiéramos ayudar a un paciente con una hepatitis crónica, sería menester conocer la arquitectura de ese órgano, sus enzimas y marcadores alterados para poder visualizar y reordenar dialogando a nivel molecular.

Pero también tomaremos como referencia la anatomía sutil e inscribiremos ese hígado como chakra secundario del plexo solar. Éste a su vez conforma el dipolo emocional con el chakra cardíaco y nos llevaría a la memoria de vivencias detonantes -desde la Medicina Tradicional China hechos enojosos, frustrantes- inscriptas en sistemas mayores -familia de origen; Alma grupal-. Nos podríamos conectar también con el mundo de los arquetipos a nivel físico-etérico y emocional para restaurar la imagen perfecta orgánica y la cualidad autoafirmante de la energía del hígado. Finalmente, descendiendo, podríamos darle sentido a esa “hepatitis”, implicando, haciendo consciente de su situación al paciente y responsable de los cambios en sus hábitos, control emocional y relaciones personales.

Es menester recalcar que los tiempos que se ponen en juego en este proceso no son los lineales, los del reloj, sino que ingresamos en un tiempo profundo e intenso y a veces sucede lo que no pasó en años.

Sin embargo, la respuesta del paciente dependerá de la condición de su cuerpo físico-etérico, el estado de sus centros, la capacidad de aprender la lección de la enfermedad y la capacidad de asumir los cambios necesarios en su estilo de vida.

Así transitamos desde el mundo de las apariencias al de las relaciones y de allí al de los significados…estableciendo un hilo conductor que permite utilizar la propia personalidad como un instrumento para la energía del Alma y la reorientación en la Vida.

La sanación como tal es un procedimiento impersonal en un contexto grupal; durante su transcurso se debe sentir más que percibir y percibir más que pensar. Sanar es el arte de dirigir la energía con amor y con ciencia.

Para que un grupo pueda trabajar como una Unidad debe existir armonía, respeto mutuo, pureza de móvil y voluntad de servicio.

Individualmente cualquier persona puede ser sanadora si tiene el propósito, el amor, la dedicación y la disciplina necesaria. Las herramientas claves del sanador son la visualización e imaginería, que convierten lo virtual en real. Ello implica aceptar uno de los postulados de la sabiduría perenne: “la energía sigue al pensamiento”.

Todo sanador es un educador, no sólo desde sus palabras, sino desde su actitud, silencio, para que el paciente pueda ver el mundo desde otra perspectiva. Es importante destacar que la sanación no reemplaza a la medicina clásica y sirve para acompañar al paciente en su decisión libre -sea cirugía, quimioterapia, radioterapia, etc.-

La sanación grupal logra con frecuencia lo que no hemos podido conseguir en un contexto individual. Involucra así un vórtice magnético de conciencia, que se genera en ese campo grupal, donde desaparece todo tipo de protagonismo individual.

Para concluir quería compartir un poema de Rudolf Steiner

LEMA PARA TERAPEUTAS:

En el corazón vive
en luminosa claridad
el deseo humano de ayudar.
En el corazón actúa
en cálida potencia
la fuerza humana de ayudar.
Llevemos el deseo pleno del Alma
en calidez cordial
y en la luz del corazón.
Así llevaremos la salud
al necesitado de ella
desde el sentido de la gracia de Dios.

 

 

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